lunes, 29 de abril de 2013

Maratón de Madrid 2013


Llegó el tan temido día del maratón. Las semanas previas han sido un calvario por mi maltrecha rodilla derecha que no me ha dejado entrenar casi nada. Apenas he podido realizar tiradas largas, una única de 32 kms y otra de 27, y en ambos casos las sensaciones fueron regulares. Doy por perdido bajar de 3 horas y la duda es si podré bajar mi marca de 3 horas y 10 minutos de hace un par de años.

El sábado decido olvidarme del maratón y por la noche no preparo ni la bolsa. Gracias a eso duermo sin nervios (aunque a las 6:00 me despierto sobresaltado, no sé por qué me he acordado de que no he puesto a cargar el GPS; lo pongo a cargar pero después no consigo dormir bien).

Después de desayunar voy en coche hacia la salida. Está todo cortado, se nota el atentado de Boston porque este año hay más policía. Dejo el coche a tomar por saco y me toca andar 15 minutos hasta la Plaza de Colón donde he quedado con mis sufridos padres para que se queden con mis cosas. No estoy para regalar esfuerzos, así que voy andando tranquilamente.

Este año tengo “dorsal premium” y me puedo meter en el corral 1, el siguiente después de los corredores de élite. Vaya año para meterme aquí, me encuentro peor que el año anterior y no sé siquiera si podré acabar (como siempre llevo mis 5 euros encima por si acaso). Hace frío, así que me pongo entre varios corredores; hay que ver que bien funciona esto del calor humano en el corral...

Veo que están todos los corredores mezclados, los del maratón, el medio maratón y los 10K. ¿Por qué han decidido hacerlo así? Está claro que es por dinero, cuanta más gente mejor para la organización, pero ¿por qué mezclamos las pruebas? Los corredores vamos a diferentes ritmos según la distancia que vamos a hacer y no tiene sentido que salgamos todos a la vez y revueltos. En esto la organización no ha acertado para nada.

Antes de la salida un minuto de silencio por las víctimas de Boston y ejemplar comportamiento de los corredores.

Salimos a las 9:00 y tardo poco en pasar por la línea de salida (unos escasos 20 segundos). Aun así no se puede correr bien, entre otras cosas por el poco acierto de mezclar todas las carreras. Voy dosificando y prestando atención a las señales que me mandan mis rodillas. Paso por el primer 5K a 4:23. Mi idea es ir a 4:20 para asegurarme rebajar mi marca. Por ahora todo va según lo previsto; los primeros 5K son de subida, por lo que espero recuperar en la bajada hacia la Casa de Campo.

Me pasan corredores en varios puntos, pero veo que la mayoría son dorsales de la media maratón. No anima mucho pero me centro en mi GPS (menos mal que me levanté a cargarlo). Hay que olvidarse del resto. Tengo el globo de las 3 horas a unos 200 metros. Decido no cebarme siguiendo al globo, porque como he dicho no me veo bien. Bueno, realmente a estas alturas de carrera sí estoy bien, pero sé que el maratón empieza a partir del kilómetro 30, así que dejo que se vaya alejando el globo.

Entre el kilómetro 5 y el 10 me adelanta un compañero de trabajo. Está hecho un bestia y quiere bajar de 3 horas por lo que ni de coña me planteo seguirle. Nos deseamos suerte y otra vez será. Me paso un par de kilómetros detrás, pero le veo alejarse poco a poco. Cuando no tienes buenas piernas, hay que intentar tener al menos buena cabeza.

En el kilómetro 14 veo a mis padres nuevamente. Voy muy bien físicamente y más ahora que la carrera tiende un poco hacia abajo. Paso por el kilómetro 15 a 4:16 min/km. Del 5 al 15 los he hecho a 4:12; me anima bastante ver que voy bien, pero aun así no quiero pensar todavía en la marca final. Queda un mundo.

En el kilómetro 15 cojo agua por primera vez. Ya sé que hay que beber más, pero soy tipo camello. Un trago corto y a seguir.

Nos acercamos a Sol y la animación es acojonante. Hay mucho público y hay tramos que parece el Tour de Francia. Es brutal correr por medio de Madrid con tanta gente. El físico me respeta y, a éstas alturas de carrera, incluso me permite disfrutar de los ánimos de la gente.

Antes de llegar a la media maratón, subimos por la calle Ferraz. Se me atragantan un poco sus cuestas y empiezo a pensar que queda otra media maratón, pero esta vez con más subida que bajada… El paso por la media es en 1h30m03s. A estas alturas tengo clarísimo que no bajo de las 3 horas y la principal duda es si voy a poder bajar mi record de 3h10m. Sé que el tío del mazo puede llegar en cualquier momento.

En Príncipe Pío, kilómetro 25, veo a mi mujer y mis hijos. Los otros sufridores de la maratón. Aquí tengo mi primer avituallamiento sólido pero no tengo nada de hambre. Mis hijos están entusiasmados y si por ellos fuera se ven con fuerzas de hacer conmigo los 17 kms que faltan pero con 9 y 7 años no parece viable… Les saludo y les grito "¡voy a ganar!". No sé por qué sigo insistiendo con esa broma; dejaron de creerlo hace ya muchos años.
Llegando a PríncipePío (a la derecha, con medias verdes)

Aún con ánimos, ¡voy a ganar!

Mientras bajamos hacia la Casa de Campo voy abriendo mi rústico avituallamiento: dos galletas Príncipe de chocolate… no es muy profesional, pero es lo que tiene ser un corredor popular. Como digo no tengo hambre pero me fuerzo a comer para no caer más adelante. Tardo como un par de kilómetros en acabar con las dichosas galletas. Me están secando la boca como si fueran polvorones. Joder, es que no puedo ni tragar.

Llegamos a un avituallamiento de gel energético pero no lo cojo porque no sé cómo me va a sentar. Sólo hay algo a lo que tenga más miedo que al tío del mazo y es a la diarrea. El viento y el fresquito en la tripa dan suficientes argumentos a una posible diarrea como para alimentarla más con geles que no he probado previamente.

En la Casa de Campo comienza el maratón de verdad. La zona es agradable para correr pero no hay prácticamente animación. Sin embargo, no sé si es por las galletas o porque comienzan a flaquear algunos corredores, pero el caso es que empiezo a adelantar a varios (entre el km 30 y el 40 gano 76 posiciones; luego perderé 17 en los dos últimos kms). Incluso en un delirio de grandeza me veo tipo rodillo con un ritmo estable que me ayuda a ir ganando posiciones.
 
Saliendo de la Casa de Campo me daré cuenta de que lo del rodillo era una estupidez ocasionada por el cansancio y que el rodillo se me iba a aplicar a. La salida por la estación de metro de Lago es en una cuesta infernal, con mucho público, que me vuelve a poner en mi miserable sitio. Mis padres me esperan en esa cuesta, hay que ver que ganas de morbo, ponerse ahí que es donde voy roto. Me dan mi segundo avituallamiento. Una barrita de cereales y una ampolla de glucosa que me regalaron en la media maratón de Madrid. Y es que además de popular, soy un corredor cutre.

Bajamos hacia el río Manzanares. No me apetece comer nada, creo que las galletas aún no han conseguido siquiera bajar al estómago. Tiro la barrita pero me quedo la glucosa. Tengo confianza en dejarla para el final y que me pegue un “subidón”. En el kilómetro 34, por la zona del estadio Vicente Calderón abro la glucosa, empiezo a notar mucho cansancio. Me quedan 8 kms y no veo ya necesidad de reservar ese “subidón”.

Tras tomar la glucosa me quedo esperando esa fuerza repentina que me ayude a salir como un tiro. Lo único que noto realmente es que es tan dulce que me seca aún más la boca, llego al siguiente avituallamiento líquido casi como una uva pasa. Joder la glucosa y las galletas me han secado por completo. ¿Y el “subidón”? No sé, debió de darle a otro, porque lo que es a mí aún sigo esperándolo.

Llegamos a la calle Segovia y al Paseo Imperial. Estamos por el kilómetro 37 y voy petado, acaba de llegar mi querido tío del mazo y la hostia es inminente. Del kilómetro 35 al 40 el ritmo empieza a bajar a pasos agigantados; hago esos 5 kms a un discreto 4:44 min/km. Hasta el km 35 el ritmo ha sido de 4:18 de media, pero me acabo de dar una hostia; ni glucosa ni galletas ni bebida isotónica, de la pájara no me salva ya nadie. Ahora empiezo a notar la falta de kms de entrenamiento. Si ya sabía yo…

Tengo claro que no bajaré de 3 horas a no ser que haga los últimos 5 kilómetros a menos de 4:00 min/km y las piernas van que como lo intente, se me caen. Sin embargo, si consigo aguantar un poco más puedo batir mi récord.

Kilómetro 40, en Atocha. Pienso incluso ponerme a andar un rato pero estoy seguro de batir mi record si no lo hago. Me queda la subida por Alfonso XII y luego desde la Puerta de Alcalá hasta la entrada del Retiro. Mi cabeza solo puede hacer un sencillo cálculo: si ando tardaría unos 20 minutos en llegar y llevo 2 horas y 55 minutos de carrera, hay que seguir corriendo. El resto de neuronas han debido de quedarse en el asfalto. Eso sí, el ritmo pasa a ser trotón; hago los últimos 2 kms a 5:03.

La gente anima pero ya no puedo gastar energía ni en devolverles el saludo con la mano… 

Llego a Retiro y empiezo a buscar a mis hijos con la vista para entrar con ellos en meta. He quedado poco antes del km 42 para que hagan conmigo unos 300 metros. Ahí les veo, por dentro de la valla y esperando como locos para empezar a correr.

Cuando llego a su altura Javi arranca como una fiera y en escasos 10 metros me quedo atrás. No puedo seguir su ritmo. Ana se mantiene prudentemente a mi lado. Tengo que hacer parar a Javi y vuelve a mi lado, pero me vuelve a dejar tirado un poco más adelante. Voy tan roto que el ritmo de mi hijo de 7 años me parece de africano. Ana gracias a Dios decide seguir a mi ritmo.

Recogiendo a los niños. Miro a Javi como a un Miura.

Lanzados a la meta. Ya no levanto ni las piernas...

Finalmente entramos en meta: 3 horas 05 minutos 25 segundos (puesto 524 de la general y 144 de categoría Veteranos M35; ya tengo una edad que hay que empezar a mirar estas cosas...). He mejorado mi marca. No se me ha dado mal el 2013, mejor marca en media maratón y ahora en el maratón. No es un tiempo de escándalo, pero todo lo que sea mejorar…

Recogemos avituallamientos varios, la medalla y a reunirme con los sufridores familiares. Y como siempre, el año que viene… pues seguramente más. Ahora no tengo ganas de nada, pero ¿en 365 días? Seguro que sí.

Posando con la medalla y las liebres de los últimos 300 metros ...

... y con los auténticos sufridores del maratón.

7 comentarios:

  1. Sin palabras... Eres capaz de mejorar tus tiempos aun con la rodilla fastidiada. Me quito el sombrero... Hay que preparar un plan a 10 años a Javi, el futuro Chema Martinez.

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  2. Muchas gracias Javi. Desde luego si por Javi fuera se habría apuntado ya este año. Al acabar se pasó un rato pensando en cuantos años necesitaba para poder apuntarse!!!

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  3. Qué decirte.....!!!!!!!!
    Estoy super orgullosa de ti...........aún con lesión, y habiendo tenido que pincharte la semana anterior los músculos para descargarlos un poco, has conseguido mejorar.......
    Espero que dejes de ser tan exigente contigo mismo y tan modesto..........y que tú también estés orgulloso de tu hazaña.....
    Te queremos!!!!!!!!

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  4. Hay que ver que club de fans!!!! No se nota mucho que la familia tira :-)

    Por cierto gracias a todos los sufridores acompañantes de los runner y por supuesto también a Virginia que pacientemente tuvo que intentar recuperar mi maltrecha pierna a contrarreloj.

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  5. ¿Has pensado dónde está tu límite?¿O ni tú mismo lo sabes?

    Los tiempos estos de locura en la media y el maratón no tendrán que ver con los chutes de ibuprofeno para el dolor de rodilla. ¿Sabes si es un producto admitido por la AIAAF?

    Eres un machaca. El próximo año a por las 3 horas.

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  6. Otra crónica muy buena. Lo cuentas tan bien que con leerla me ahorro la inscripción. De runner a runner, enhorabuena.
    El primo segundo del viento.

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  7. Me ha encantado!!!!! y definitivamente ERES UN MAQUINÓN!!!!!

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