martes, 26 de junio de 2012

XI Medio Maraton San Lorenzo de El Escorial (2012)


Sin duda, una de las pruebas más esperadas del año en el calendario internacional, quiero decir, en mi calendario, es el Medio Maratón de San Lorenzo de El Escorial, en la Comunidad de Madrid.

No se trata de una prueba con gran tirón mediático, pero que cuando corres por primera vez te das cuenta de que es de las carreras que merece la pena correr. El ambiente es perfecto, diría que familiar, muy alejado de las masificadas carreras populares de la ciudad de Madrid. Se nota en todo momento el cariño que ponen los organizadores (la Agrupación Deportiva San Lorenzo).

Esta edición me plantea dudas, el lunes anterior he tenido que ir al hospital con una inflamación en el epigastrio, parece ser que por ansiedad, y no sé cómo voy a pasar la prueba… bueno es igual, dejemos esto aparcado.

A las 8:30 de la mañana me presento en San Lorenzo, hay que recoger el dorsal. La operación es un éxito, en 5 minutos lo tengo todo listo y me vuelvo a mi coche, aparcado a escasos 50 metros de la salida para colocarme correctamente mi dorsal número 465. Para los que hemos corrido carreras por Madrid, esto es un auténtico lujo.

En previsión de que no hubiera imperdibles, me he traído los míos de casa. Soy un auténtico maniático y el dorsal tiene que estar perfectamente colocado con sus 4 imperdibles en cada esquina. Mientras me afano en la operación veo pasar el coche de mis padres que vienen a ver la carrera, son unos incondicionales, a pesar de no haber visto nunca una victoria no suelen fallar a esta prueba. Hoy tampoco será el día, y claramente no lo será nunca, pero la carrera y su ambiente les gustan.

La hora se acerca y me cobijo con mis padres bajo unos árboles. El sol aprieta. Hoy la subida a Abantos va a hacer estragos.

A falta de 10 minutos me posiciono cerca de la salida. El número máximo de participantes es de 500, y se nota. No hay las típicas masificaciones en la salida, y solo tardo 5 segundos desde la salida oficial hasta que paso por las alfombrillas de control. Se acabaron los nervios, comienza la carrera y ya solo queda hacerlo lo mejor que se pueda.

Arranco bastante rápido, y en los primeros metros adelanto a mucha gente. Las calles son razonablemente anchas (teniendo en cuenta la participación), y en 500 metros nos enfrentamos con una cuesta pronunciada, que hace la primera selección. Sé que tras 1.500 metros volvemos a pasar al lado de la salida, así que acelero y pongo buena cara, como de ir “sobrao”; ya que mis padres han venido a verme, al menos que me vean con buena planta… o con mi mejor planta!!

Salimos a la carretera que va hacia el Valle de los Caídos. Pica ligeramente hacia arriba, pero como estamos frescos no lo notamos. Estoy temeroso de Abantos. El ritmo está cercano a los 4:00 min/km.

Kilómetro 3, nos desviamos a la izquierda y comienza la subida. Las primeras rampas se agarran a las piernas. Vamos subiendo entre pinos, y para el kilómetro 4 la carretera ya está empezando a pasar factura. Paso a un par de corredores, y me quedo detrás de uno que… ¡va corriendo con pantalones piratas de militar! Con el calor que hace no sé como puede llevar ese ritmo y esa ropa.

Salimos del bosquecillo y el sol pica bastante. Adelanto al corredor de los pantalones pirata y sigo subiendo por las curvas de herradura que llevan hasta la cima. En un par de ellas intento ahorrar fuerzas subiendo por el interior de la curva… ¡vaya error! En esa parte de la curva la pendiente es (obviamente) mucho mayor. Bueno, ya he aprendido la lección.

Me pasan un par de corredores. A partir de aquí pasas a un corredor, te pasa otro, vuelves a pasarle, etc. La selección ya está hecha, y los ritmos son muy similares. No hay grupos, pero siempre tienes a los mismos a tiro (aunque nunca les pillas) y te tienen a tiro a ti también.

Llego al kilómetro 7, estoy roto. Tengo la excusa el estómago, pero la verdad es que no me duele… Hay que seguir. Llego al avituallamiento y cojo agua pero solo para refrescarme la boca. No quiero beber porque no sé que tal me va a sentar.

La carretera sigue subiendo ahora más tendida y entre árboles. Se hace más llevadero pero llevo las piernas cuadradas. El ritmo hasta ahora es de 4:50 min/km. Así hasta el kilómetro 9.

Por fin!!! Comienza la bajada. Nos lanzamos cuesta abajo cada vez más rápido para intentar recuperar el tiempo perdido. No es una bajada demasiado placentera porque las piernas ya llevan su castigo y en mi cabeza quedan las rampas del pueblo de San Lorenzo, que recuerdo con miedo de otros años.

Vamos bajando y me pasa un corredor al que dejé atrás en la subida como una flecha. Vaya forma de bajar! Me quedo detrás de él unos 100 metros, pero le voy perdiendo poco a poco. Está claro, mi torpeza en las bajadas ya es legendaria…

En el kilómetro 12,500 nos encontramos con un muro de unos 200 metros, aquí te das cuenta de que lo del descenso era un espejismo. Las piernas están pesadas. Nos anima un grupo de personas e intento devolverles el apoyo con una sonrisa… bueno, no sé si he sido capaz de sonreír… Llevo la boca seca, pero no quiero beber (no sé si es por cabezota o para hacerlo más épico)

Pasado este muro nos adentramos en una zona de chalets individuales con constantes subidas y bajadas. La zona está fenomenal si fuera capaz de disfrutarla, pero noto al hombre del mazo detrás… hay que dosificar.

Si no recuerdo mal, porque la cabeza ha dejado de regirme, sobre el kilómetro 16 llegamos al monasterio de San Lorenzo. Alguien me anima, ¡vas en el puesto 21!. Joder, si eso es cierto estoy en la pomada… bueno no tanto, pero en esos momentos al menos me anima, nunca he llegado tan arriba.

El ritmo es bueno, sobre 4:26 min/km. Lo único que no hace que la felicidad sea total es que yo recuerdo una cuesta infernal de pavés, que tiene que estar al llegar… ¡Ah sí, aquí está! Dios!!!!! es peor de lo que recordaba, ¿pero quién ha aumentado el porcentaje de la cuesta? Claramente no debe ser eso, soy yo el que está roto.

Hay unos chavales tocando, o un coche con música o no sé..., yo solo veo pavés, alguien dando agua (que tampoco cojo), y al corredor que me pasó en la bajada un poco más adelante.

Casi al final de la cuesta adelanto al corredor. Está tan jodido como yo. Ahora se inicia una cuesta abajo, y ya solo quedan 1.500 metros. Miro mi cronómetro, a estas alturas ya tengo claro que voy a hacer mi mejor marca en esta carrera.

Como no puede ser de otra forma, en la bajada final me junto con este corredor. Ya llegamos juntos a la meta. Le comento que baja como una moto y hablamos un momento, no mucho, lo que nos permiten las fuerzas.

A falta de unos 30 metros veo a mis padres animando. Nuevamente mi mejor cara. Que se vea que sigo “sobrao”…

Entro junto con el otro corredor. Finalmente puesto 21 y 1h 28m 31s; mejor en casi 1 minuto y medio mi marca en esta carrera y 10 puestos por delante de ese año. Estoy contento. Es mejor de lo que esperaba, y me he dejado poco en la reserva (por no decir nada)
En azul oscuro, parando el cronómetro (pensaba que ese momento no iba a llegar nunca)

Ahora a disfrutar de mi bien merecido Aquarius, y de un par de cervezas fresquitas que pido para mis sufridos padres a los también sufridos y nunca suficientemente valorados voluntarios de la organización. ¿He dicho ya que el ambiente es inmejorable? Pues eso, muy recomendable.

Y como no, que mejor que decir a mis hijos: papá ha quedado el 20!! (ellos que siempre me ven llegar en medio de todo el pelotón). Todavía tengo a mi hijo pequeo pensando que su padre es como Kenenisa Bekele. Creo que él lo celebra más que yo... El año que viene tengo que llevarlos a verme si es que consigo mantener una forma razonable.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por la magnifica carrera.

    Yo tambien corri el Domingo y mi cronica podría ser la misma que la tuya solo que 15 minutos por detras, cada uno a su ritmo.

    ResponderEliminar
  2. Pues bajar de 1:45 en San Lorenzo no está nada mal.

    Enhorabuena por la carrera y nos vemos el año que viene, sin duda pienso repetir, veremos que tal se da.

    ResponderEliminar