Este domingo, después de un parón con la bici bastante largo, me armé de valor y me fui con el Club Ciclista Majadahonda a la ruta de la semana... 130 kms con el puerto de Guadarrama (alto del león), puerto de La Lancha y puerto de la Cruz Verde. Y todo por un terreno rompepiernas... La ruta bonita, pero para ir en moto.
Aprovechando mi entrenamiento para la Media Maratón me apunto a lo suicida, y es que este año la bici la he cogido más en brazos que para montar en ella.
Salimos de Villalba y ascendemos el alto del león. Puerto con rampas duras y de arranque. Cuando llevas 15 kms de ruta ya te ves jodido y aún quedan 115... muy inteligente tampoco parece. Aún así subo bastante bien, peso poco y tengo piernas y pulmones de mi entreno de running. Subo con precaución porque sé que lo que precisamente me falta en bici es fondo.
La aproximación al puerto de La Lancha es una carretera preciosa (nuevamente para la moto) con poco tráfico pero con muchos toboganes. Hoy va a tocar sufrir. Además en mi cabeza tengo a mi tío del mazo particular (Robledo de Chavela). La ruta pasa por allí, y recuerdo esa zona muy jodida.
Subimos La Lancha y por ahora todo bien. Las piernas siguen en su sitio. Parada de rigor (sobre el km 60 de ruta) y a seguir.
A medida de nos acercamos a Robledo de Chavela voy notando las piernas cargadas. Se están poniendo cuadradas a pasos agigantados. No sé que tiene ese pueblo, pero para mí es como Mordor... me voy acercando y las piernas se bloquean... seguro que no es el pueblo sino mis piernas, pero a mí ya me tiene acojonado: sufrimiento en BTT en la Ruta Imperial, sufrimiento en 2014 en esta misma ruta con la bici de carretera y sufrimiento hoy también...
Antes de llegar a Robledo me empiezo a descolgar del grupo... aviso a mi último compañero que me quedo a tomar algo en una bar. Me queda La Cruz Verde y estoy intentando sacar fuerzas hasta del pelo. Me tomo una coca-cola (normal, nada de light que necesito azúcar o un taxi) y un pincho de tortilla en una terraza, esto me tiene que salvar la ruta. Llevo 93 kms y tengo claro que los últimos 40 me toca hacerlos solo. Además el calor ya aprieta.
Arranco la Cruz Verde con fuerzas renovadas. Pero me dura solo 3 kms. El resto de los 6 kms que tiene el puerto desde Robledo van a ser un calvario. Voy subiendo con casi todo el desarrollo metido (34x25); me da palo meter el 28 en este puerto... el ritmo es penoso y los metros pasan muuuuy lentos.
A falta de 2 kms para la cima decido agotar el último cartucho que he tenido guardado como un tesoro: un gel energético de efecto rápido... si esto no funciona, ya solo queda dejarse morir...
Finalmente llego a la cima y me dejo caer (literal) hacia El Escorial. Como no puede ser de otra forma con la empanada que llevo a esas alturas, me paso bajando y me toca remontar unos cuantos metros más de desnivel y prometo que no estaba para regalar ni un cm.
Luego más de lo mismo, sufriendo como una rata para llegar desde El Escorial a Villalba y alguna grupeta generosa que me anima a agarrarme a su rueda (que mas quisiera yo que poderlo hacer).
Claramente, hoy no ha sido el día de disfrutar de mi querida compañera que tantas satisfacciones me da (sobre todo cuando la guardo en el trastero tras una ruta de este estilo). Es evidente que, como todo, para poder hacer esto con garantías, hacen falta más kms... y no de running. Lo dicho, zapatero a tus zapatos...