domingo, 23 de junio de 2013

Medio maratón de El Escorial 2013

Llegó el día de cerrar la temporada de running. Como otros años, toca hacerlo en la media maratón de San Lorenzo de El Escorial. Una media muy dura con la subida al monte Abantos incluida, que desde el kilómetro 3 al 9 es de subida constante y luego del 13 al 19 es de sube y baja sin parar.

Llevo una preparación razonable; en los últimos días he cambiado carrera a pie por bicicleta. El fin de semana pasado en vez de hacer la tirada de 90 minutos decidí subir con mi hermano desde Madrid a Cercedilla en bicicleta. 80 kms que me ayudaron a relajarme un poco, y es que a estas alturas empiezo a estar saturado de carrera a pie; es bueno alternar.

Lo malo es que, para hacer esto probé una bicicleta de carretera, vamos un pepinaco de carbono para ser más exactos, que me dejaron y ya sabemos como son las cosas, ahora me ha surgido la necesidad imperiosa de darle más peso al ciclismo, para lo cual necesito una bici de carretera... cosas de niños...

Aprovechando que mi mujer lo apoya, tendré que hacer el esfuerzo... ¿cambiará el blog a ciclistapopulardelmonton? Por ahora no.

Bueno a lo que vamos, la carrera. La motivación no es muy alta así que depende de como se desarrolle la carrera intentaré ir a tope o disfrutar del paisaje... ya veremos, la carretera, y sobre todo las piernas, lo decidirán. Hasta última hora de la noche he estado pensando si ir a correr o no, pero ya que estoy apuntado iré.

A las 8:30 estoy en San Lorenzo para recoger el dorsal. La recogida es rápida. Hoy no ha venido nadie de mi familia a ver la carrera, así que paso un rato relajado esperando a que comience.

9:30, arranca la carrera. Estoy muy cerca de la línea de salida y salgo bastante rápido. Tras 500 metros tomamos la primera cuesta. Serán unos 200 metros, pero se agarran mucho.

Con la excepción de esos 200 metros, los primeros 3 kilómetros son bastante llanos y los hago por debajo de 4:00 min/km. Pero no voy bien, las piernas no me dan buenas sensaciones...

En el kilómetro 3 arranca la subida a Abantos. La cuesta es brutal y se me agarra a las piernas. El ritmo se ralentiza. Hoy no es mi día. A pesar de lo que pensaba, he llegado fundido al final de la temporada. Si le uno la escasa motivación, el resultado es que no puedo arrastrar ni las zapatillas.

En el kilómetro 4 me planteo darme la vuelta, retirarme y volver a casa, pero decido seguir. Eso sí, he cambiado de "modo competición" a "modo entrenamiento"; voy a hacer caso al speaker de la salida y voy a disfrutar del paisaje, y es que según dicen la carrera es muy bonita si es que no vas cegado con el ritmo.

A pesar del "modo entrenamiento", la subida a Abantos se las trae, el ritmo es de 5:40 min/km. Voy cansado pero al no forzar, al menos no tengo la sensación de que se me salga el corazón por la boca. Eso sí, el calor a estas horas ya es fuerte y la subida no tiene ni una miserable sombra. Además la elección de la ropa no podemos considerarla brillante... voy vestido de oscuro y el sol me pega como si esto fuera el Sáhara.

Me pasan 3 corredores en la subida y miro hacia abajo. El zigzag de la carretera me permite ver un rosario de gente corriendo, o mas bien arrastrando los pies (como todos) intentando remontar Abantos. Tengo la boca seca pero como todo en esta vida se acaba, llego al kilómetro 7 y se terminan las cuestas mortales. Arriba están los de la organización ofreciendo agua; por no romper la tradición decido no beber. Ya he dicho que voy seco, pero soy cabezón y de costumbres, así que paso de coger agua.

Siguen 2 kilómetros de falso llano que continúa subiendo hasta que llegamos a la cota más alta sobre el kilómetro 9. Es una zona muy bonita entre pinos y que tiene una impresionante vista del monasterio de El Escorial y del embalse de Valmayor. Como digo voy disfrutando de la carrera por primera vez en todos los años que he corrido. El ritmo es tranquilo, de 4:45 min/km, y me pasan algunos corredores.

En el kilómetro 9 empieza la bajada a muerte. A mi legendaria torpeza en las bajadas se une que voy tranquilo y aunque las cuestas abajo lo permiten, no hago ningún kilómetro por debajo de 4:00 min. Es un poco engañoso porque en mitad de la bajada de Abantos hay una subida de muerte hasta la base de un pequeño embalse, no sé como se llama, que nos vuelve a poner en nuestro sitio...

Nos metemos en San Lorenzo, en una zona de chalets espectaculares en los que la tónica es, tramo de bajada seguido de subida. Así constantemente. Otros años he sufrido esta zona pero hoy voy disfrutando de lo lindo; además ya vamos por la sombra y eso se agradece. Desde algunos chalets, nos rocían con una manguera; eso también se agradece. En cada cruce hay personas de la organización que nos indican la ruta a seguir y nos animan. Perfecto el ambiente familiar. Por favor, que no cambie nunca.

Unos críos de la organización me cantan mi puesto; voy el 44. Ya lo validaré cuando salgan las clasificaciones, pero otros años se ajustaba bastante a la realidad.

Llego al monasterio de San Lorenzo. Llevo unos 3 kilómetros en tierra de nadie. No veo a nadie por delante ni por detrás. Aunque está casi todo muy bien indicado, en algún punto pregunto a los de la organización por la ruta a seguir. Una vez rodeado el monasterio, llega la última y dolorosa cuesta; calculo que será de 1 km (desde el 17,5 al 18,5) pero es muy pendiente. Voy cansado pero menos que otros años. El ritmo ha sido mucho más llevadero.

Casi al final de la cuesta adelanto a un corredor. Va tocado y con síntomas de dolor; por eso me echo encima de el muy rápido. Pienso que ahora voy el 43. Por poco tiempo, porque sobre el km 19 me adelanta un corredor que va bastante fuerte.

Los dos últimos kilómetros pasan rápido. El ritmo en estos últimos kilómetros es 4:05 min/km y es que aunque he decidido no forzar, el perfil al final es bastante bueno.

Finalmente, 1h 32m 04s; a una media de 4:22 min/km. Puesto 44 (lo clavaron los chavales); el 25 de mi categoría de veterano (esto no me lo dijeron los chavales, pero es que era para nota). No ha sido mi mejor carrera y es que no estaba para muchos alardes, pero gracias a ello y a reconocerlo a tiempo, he podido disfrutar de San Lorenzo, su monasterio y del monte Abantos (bueno, de éste un poco menos).

Y como siempre, dar las gracias a la organización. Sin grandes alardes ni presupuesto, hacen que los corredores nos sintamos como en casa. El año que viene más, ya veremos en que modo...